En Bogotá la experiencia lleva varias decadas y ha tenido un efecto perverso: Quien puede hacerlo, compra dos (o más) coches con matrículas que terminen diferente para evadir el problema. El efecto de «desatasco» es cada vez menos notorio y los días sin restricción la ciudad se paraliza.
En Bogotá la experiencia lleva varias decadas y ha tenido un efecto perverso: Quien puede hacerlo, compra dos (o más) coches con matrículas que terminen diferente para evadir el problema. El efecto de «desatasco» es cada vez menos notorio y los días sin restricción la ciudad se paraliza.
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